
Con los pies descarnados, ensangrentados, la cabeza agachada y la espalda encurvada, por el dolor de servir, a la vida, al sistema, a los señores, a los que mandan. A esos que pueden explotar con insolencia, con despotismo esclavizar. Y quien nos defiende? Sólo Él, en las alturas. Pero el hombre no cree, no cree en la Verdad, cree en mentiras, no quiere luchar por cambiar. Una vez más, la Verdad crucificada, fusilada... Una vez más, el Hombre y la Vida.
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