miércoles, 17 de noviembre de 2010
YO LEO PATRIA SINDICALISTA
Con referencia a distintas convocatorias a actos de diversa índole, a celebrar estos días, en los que, conjuntamente, se homenajea a Francisco Franco Bahamonde, anterior jefe del Estado, y José Antonio Primo de Rivera [imagen adjunta], fundador de la Falange, la redacción de «Patria Sindicalista» señala:
Que de dichas convocatorias no pueden participar los falangistas, porque entendemos que al tratar, burdamente, de unir ambos personajes se procede, por enésima vez, a una grosera manipulación histórica que, desde nuestro punto de vista, desvirtúa seriamente el sentido último del ideario nacional-sindicalista, en tanto en cuanto el franquismo supuso, de facto, una barrera infranqueable al proyecto revolucionario al que aspiraron los camaradas de la primera hora.
Francisco Franco Bahamonde, no está de más recordar, fue el responsable directo, entre otros actos hostiles a nuestra organización política, del encarcelamiento de nuestro segundo Jefe Nacional, Manuel Hedilla Larrey, la unificación manu militari de Falange Española de las JONS —convenientemente descabezada— con otras agrupaciones políticas ajenas e incluso contrarias a la doctrina y aspiraciones del ideario falangista y, no contento con ello, coadyuvó a bastardear, desde su perenne «jefatura», unos símbolos y un estilo hasta llegar a convertirlos en grotesca parafernalia para uso y disfrute los sectores más reaccionarios e inmovilistas del país.
Quienes quieran homenajear a Francisco Franco Bahamonde —padrino político, dicho sea de paso, de Juan Carlos de Borbón, su sucesor en la Jefatura del Estado— están en su perfecto derecho. Allá cada cual con sus nostalgias, frustraciones y resentimientos. Pero nunca utilizando la figura de José Antonio Primo de Rivera, ajena a la naturaleza excluyente del Régimen franquista y sus derivas, a su discurso —netamente derechista, patriotero y monárquico— y, como consecuencia de pactos de 1953 con el entonces presidente norteamericano, Dwight David Eisenhower, con nuestra soberanía nacional hipotecada al criminal-imperialismo. La práctica política del Régimen franquista, unas veces disfrazada bajo los procedimientos de la autarquía cuartelera y otras bajo los oropeles del aperturismo burgués-opusdeísta, siempre tuvo como norte soluciones capitalistas —esto es, antifalangistas— que, obviamente, hemos rechazado en el pasado y rechazaremos siempre.
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