EL CORAZÓN DEL HOMBRE ES EL QUE DEBE HACERSE RICO, NO SUS ARCAS.

CICERÓN
EN UN MUNDO INJUSTO, EL QUE CLAMA POR LA JUSTICIA, ES TOMADO POR LOCO.

LEON FELIPE

Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación El Señor es mi Pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valles de sombras de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.

¿ ACASO TRATAN USTEDES A LOS POBRES COMO BASURERO, DANDOLES AQUELLO QUE YA NO PUEDEN USTEDES USAR O COMER ? COMO ESTO NO PUEDO YA COMERMELO, SE LO VOY A DAR AL POBRE. MARIA TERESA DE CALCUTA

NO TEMAS, PIENSA Y EXPRESATE EN LIBERTAD


DOCTRINA

DOCTRINA
ES NECESARIO RECREAR TODA LA DOCTRINA REVOLUCIONARIA DEL NACIONALSINDICALISMO A PARTIR DE ESAS PREMISAS IRRENUNCIABLES SIN LAS QUE LA FALANGE NO SERÍA TAL: HUMANISMO PERSONALISTA, PATRIOTISMO DINÁMICO Y REVOLUCIONARIO, SINDICALISMO REVOLUCIONARIO DE AUTOGESTIÓN, COMUNALISMO SOCIAL” Javier Iglesias

SEAMOS SERIOS

SEAMOS SERIOS
JAMÁS DA EL ALMA HUMANA MEJOR PRUEBA DE FORTALEZA Y NOBLEZA QUE CUANDO RENUNCIA A LA VENGANZA Y PERDONA UNA OFENSA

CUANDO EL SABLE ESTÉ ENMOHECIDO Y EL ARADO RELUCIENTE, LAS PRISIONES VACIAS Y LOS GRANEROS LLENOS, LAS ESCALERAS DE LOS TEMPLOS VACIAS Y LAS DE LOS TRIBUNALES CUBIERTAS DE HIERBA, CUANDO LOS MEDICOS MARCHEN A PIE Y LOS PANADEROS A CABALLO, ENTONCES ESTARÁ BIEN GOBERNADO EL IMPERIO. Y MIENTRAS TANTO SE SIGUE FUSILANDO A JOSE ANTONIO

sábado, 10 de julio de 2010

ESPAÑA Y ESPAÑA




Ignacio Camacho en abc.es

CUÁNTO nos gustaría que España se pareciese a España. Que la selección fuese un trasunto del país, la metáfora de una nación fiable, exitosa, respetada, segura de sí misma, y no la encarnación aspiracional de sus sueños. Que la cohesión del equipo del fútbol surgiera de la avenencia cómoda y natural de una sociedad equilibrada. Qué hermoso sería presumir de un patriotismo así, democrático, representativo, espontáneo, fluido y sin fisuras, integrador y alegre, en el que la palabra España sonase sin chirridos como el concepto matriz de una idea común de concordia.

Quizá por eso la gente esté disfrutando tanto de esta dulce utopía en la que el fútbol aglutina un ideal mucho más grato que la crispada realidad de la política. Un clima en el que España no es una ofensa ni un debate sino una aspiración colectiva. Serena, participativa, alegre, sólida. Una España moderna y plural capaz de actualizar los versos de Miguel Hernández, con catalanes proactivos, andaluces esforzados, asturianos esenciales, madrileños generosos y vascos solidarios. Una España sin conflictos de personalidad ni estériles polémicas identitarias. Una España cosida con los hilos invisibles de un objetivo, un proyecto y una estrategia. Una España eficaz, vigorosa, solvente. Una España mejor que España misma. Una España imposible, acaso.


En esa España desiderativa hay, además de un grupo humano entusiasta, preparado, virtuoso, un liderazgo prudente y sensato que marca el rumbo con madurez y cordura. Vicente del Bosque, que tira a socialdemócrata moderado, representa un estilo de dirección sin estridencias ni aventurerismos que se echa de menos en el país real, tan entregado a espasmos, ocurrencias, experimentos e improvisaciones. Un liderazgo sobrio, juicioso, maduro, alejado de carismas sobreactuados e imposturas escénicas; una autoridad de convicción, de sentido común, de mesura. Si fuese un dirigente político tendría las cualidades de un hombre de Estado: alguien que conoce su oficio y lo ejerce con temple y firmeza, sin demagogias triviales ni retóricas hinchadas; un hombre que trata de solucionar problemas y si no puede al menos procura no inventarlos. Tampoco en eso se parece la selección al país, sacudido por conflictos ficticios a menudo creados por la incapacidad de solventar los reales.

Pero, sobre todo, lo que diferencia a una y otra España es el espíritu. La fe, la confianza en sí misma, la solidaridad. La ausencia de una artificial conflictividad histérica. El trabajo en pos de un propósito común que llegará o no pero ya es en sí mismo el elemento de cohesión que da sentido al esfuerzo. Sí, ya quisiéramos que la nación tuviese la determinación, la coherencia y la impronta del equipo que la representa. Y ya nos gustaría, sobre todo, merecernos una España como ésa.


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